Por: Manuela Vargas Porras*
El día a día sin una gota de agua es la realidad de muchísimos hogares en Colombia, no solo durante la pandemia sino antes de ella. Sobretodo, en los departamentos y algunas zonas de Chocó y Bolívar donde durante décadas no ha llegado, no llega y posiblemente no llegará el líquido vital. Diariamente, centenares de habitantes en poblaciones colombianas se están enfrentando sin agua potable a la emergencia sanitaria; además es poco lo que pueden hacer para exigir atención a la crisis humanitaria y falta de acueducto, porque el Estado tiene otras “prioridades” que solventar en este momento.
La mirada estatal frente al uso de las fuentes
hídricas está dirigida a otro tipo de actividades, como la minería, ganadería,
agricultura, construcción, etcétera. Las entidades encargadas tienen interés
nulo en las comunidades y sus recursos biológicos. Me atrevería a sentenciar que, de hecho, es
sólo interés económico.
Los gobiernos no sólo han endeudado a los pueblos y los dejaron sin agua, sino
que su accionar afectó la salud colectiva hasta nuestros días. Colombia cuenta
con sectores cuyas familias han pasado tres meses o más sin recibir una gota de
agua. Con este panorama, la lucha para evitar la propagación y el contagio del
COVID-19 se hace sumamente difícil en el territorio nacional. Es así como la
crisis de agua afecta la preparación de alimentos, aseo personal, actividades
académicas o médicas.
El problema es amplio, y desafortunadamente son poblaciones con índices
altísimos de pobreza y vulnerabilidad, donde los habitantes esperan
semanalmente y a veces un poco más a brigadas convencionales quienes les
suministran el indispensable líquido.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja qué para prevenir el
COVID-19 es necesario lavar las manos constantemente. En vista del contexto y
la situación de algunos territorios en Colombia, es posible afirmar que no es
lo mismo abrir el grifo con las manos sucias y después desinfectarlo, a
manipular un cesto con agua y dejarlo impuro. Este es un virus tan resistente
que vive hasta tres días en el plástico.
Cierro este espacio con la siguiente reflexión. Cuando pase la pandemia, los
gobiernos mundiales emprenderán planes de reactivación económica. En Colombia
deben acelerarse frentes de trabajo frente a problemáticas que se han hecho
mucho más evidentes durante la crisis, no se puede seguir teniendo poblaciones
sin agua potable, porque aunque por ahora no lo pareciera, se estima un
desabastecimiento de agua a nivel nacional. Se necesita y se necesitará un
mayor esfuerzo de las autoridades y los grupos de interés para garantizar el
acceso a agua potable en los territorios. Este es un llamado para proteger el
potencial hidrológico y biodiverso en aras de no comprometer la disponibilidad
y preservar los recursos.
*Manuela Vargas es estudiante de derecho y ciencias política de la Universidad Autónoma de Colombia, actualmente es asesora en la Secretaría de Asuntos políticos y democracia en la organización Aglojoven Colombia, espacio donde se lucha por la transformación de territorios a partir de la acción colectiva y política.
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*Imagen tomada por la autora del texto en el municipio de Clemencia/Bolívar.
1 reply on “Desabastecimiento de agua en tiempos de Coronavirus, un problema que afrontar.”
Excelente artículo, muy instructivo.